1. Servir en platos muy grandes
El tamaño sí importa. Es muy sencillo, entre más grande sea el plato, mas comida servimos y más comemos. Si tus platos son gigantescos, cámbialos por unos más pequeños. Aunque sirvas menos comida, el verlo lleno te ayudará a sentir saciedad cuando termines de comer.
2. No tener un plan de alimentación
Planear y estar preparado es esencial. Consulta con tu nutriólogo para armar un plan de alimentación saludable, con tres comidas principales y dos meriendas. Este tipo de alimentación te ayudará a no pasar hambre, ya que comes porciones pequeñas, pero dentro de periodos más cortos.
3. Ir de compras sin una lista
Este punto se complementa con el anterior, ya que si tienes un plan de alimentación definido, la lista del súper se hará con mayor facilidad. Recuerda que el ir de compras de forma espontánea es una manera e echar a perder los esfuerzos invertidos en tu dieta. La planificación es mitad de la batalla. Antes de salir de casa, haz una lista de los que necesitas, y una vez en el supermercado, apégate a ella.
4. Consumir calorías liquidas
De nada sirve que tu dieta sea súper balanceada si acompañas tu ensalada con refrescos de cola o jugos industrializados cargados de azúcar. Hidrátate con agua y disfruta del té, es libre de calorías y te proveen con antioxidantes. Una buena opción es él Te Rojo Pu-Erh, el cual te ayuda a eliminar grasa y tonificar tu piel.
5. Comer distraído
¿Te la pasas chateando con tu celular? ¿Comes en tu escritorio mientras revisas los pendientes? Comer con distracciones puede aumentar hasta 50% tu consumo de calorías. La meta es disfrutar de la comida. Enfócate en comer, apaga el televisor y el móvil mientras estas en la mesa. Mastica lentamente y relájate para disfrutar cada bocado.